LA ALEGRÍA PERONISTA

sábado, 2 de abril de 2011

Recursos renovables l RR.HH. vs tecnología l Automatización

El blog de Paul Krugman


El futuro de la energía

La respuesta está volando en el viento y, también, brillando en el sol. Al menos, así lo dicen dos documentos citados por Brad Plumer en un artículo reciente de The New Republic. Los autores afirman que, para 2050, podremos tener una economía libre de energía nuclear basada en recursos completamente renovables.
Señalando la investigación de Mark Jacobson, de la Universidad de Stanford, y Mark Delucchi, de la Universidad de California, en Davis, el Sr. Plumer escribe: “La transición a todo renovable sería espectacularmente difícil, pero por lo menos es posible librarnos del carbón sin lo nuclear (o algas). Lo que es más, el mundo no tendría que pagar mucho más que lo que paga actualmente por la energía”.
Estoy seguro que tiene razón, pero todavía estoy escéptico respecto al cálculo de costos por motivos relacionados con mi historia profesional. Efectivamente, inicié mi carrera como economista profesional en el verano de 1973, trabajando como asistente de investigación de Bill Nordhaus, profesor de Economía de la Universidad de Yale. El Sr. Nordhaus estaba en las primeras etapas de una larga y altamente exitosa carrera de investigación en economía de recursos, e intentaba idear una forma de calcular precios energéticos “apropiados”.
Y se le había ocurrido un enfoque maravillosamente elegante, basado en el modelo clásico de Hotelling sobre fijación de precios de recursos agotables. El modelo Hotelling pone al dueño de un recurso en la situación de decidir entre dejarlo en la tierra o extraerlo. El elemento clave es que esta decisión depende de si se espera que el precio neto -el costo del recurso menos su costo marginal de extracción- aumente con mayor o menor rapidez que la tasa de rendimiento de las inversiones alternativas.
Como asistente de investigación del Sr. Nordhaus, dediqué el verano de 1973 a este proyecto: pasé los días en la biblioteca de geología, leyendo circulares de la Oficina de Minas sobre ingeniería y costos de fuentes alternativas de energía. Las noches las pasé en el centro de cómputo bebiendo café de máquinas expendedoras.
En pocas palabras, estaba en el paraíso. El documento producido por el Sr. Nordhaus fue maravilloso. Pero resultó demasiado optimista. No fue culpa suya ni mía, sino de los circulares de la Oficina de Minas. ¿Qué tenían de malo las circulares? Eran demasiado optimistas respecto de los valores de las fuentes alternativas de energía, especialmente con las opciones para el petróleo. Básicamente, los ingenieros estaban subestimando las dificultades involucradas. Posteriormente, el economista Marty Weitzman formularía una ley: el precio de las variantes para el petróleo crudo está un 40 por ciento por encima del actual, independientemente de cuál sea éste.
De ahí mi reacción escéptica con el nuevo estudio y los costos de operar una economía plenamente renovable. Para ser justos, probablemente ahora tenemos una idea mucho más sólida de los valores de la energía eólica y solar de lo que sabíamos sobre el esquisto y la licuefacción de carbono en 1973: la energía eólica ya es una tecnología ampliamente utilizada, y el poder solar concentrado también se entiende bastante bien. Pero habrá sorpresas, y no todas positivas.

(Nota: el análisis clásico de Bill Nordhaus de 1973 sobre el precio de la energía puede encontrarse en brookings.edu).

Las mentes educadas para el mundo tecnológico

Y ahora algo completamente diferente. Hace aproximadamente 15 años, antes de convertirme en columnista regular, el diario The New York Times me pidió, a mí y a otra gente, que contribuyéramos en una edición especial para celebrar el 100° Aniversario de su revista dominical. La regla era que los artículos debían escribirse como si se fueran a presentar en 2096, mirando retrospectivamente el segundo siglo del semanario.
Según recuerdo, fui el único que obedeció las instrucciones; todos los demás estaban muy preocupados por la pérdida de dignidad. De cualquier forma, decidí hacer el artículo sobre una noción: que la tecnología de la información terminaría reduciendo, no incrementando, la demanda de trabajadores altamente educados porque mucho de lo que hacen de hecho podía ser sustituido por un sofisticado procesamiento de información. Efectivamente, reemplazado más fácilmente que muchos tipos de trabajo manual. Se intituló “White Collars Turn Blue”.
Entonces, surge la pregunta: ¿está empezando a suceder? El 4 de marzo The Times publicó un informe interesante y, pensándolo bien, bastante alarmante, sobre la forma en que los programas informáticos están relegando a los equipos de abogados que solían documentar las investigaciones. Y también está “Watson”, por supuesto, la súper computadora de IBM que puede vencer a casi todos en el juego de “Jeopardy”, con excepción de mi diputado Rush Holt, de Nueva Jersey.
Poniéndonos un poco más serios: Larry Mishel, presidente del Instituto de Política Económica, escribió en la edición de marzo de la revista The American Prospect sobre la sobrevaloración de la educación, señalando que en Estados Unidos el excedente en el sueldo por ser egresado de una universidad, después de incrementarse marcadamente en las décadas de 1980 y 1990, se ha estancado últimamente. En efecto, basta con observar y analizar la proporción de ingresos de los trabajadores de tiempo completo con título universitario versus los empleados que cuentan con diplomas de preparatoria.
Esto genera varias preguntas. Una es el énfasis en la educación. Más allá del hecho de que ha tenido lugar un enorme incremento en la de-sigualdad entre los altamente educados, de hecho, están peleando la última de las batallas. Otra es, ¿cómo podemos tener una sociedad decente si (y cuando) incluso los trabajadores altamente educados no pueden percibir un ingreso de clase media? Ya sé, me estoy adelantando un poco. Pero recuerde, los ludistas no eran los más pobres de los pobres; eran artesanos calificados cuyas habilidades seguramente fueron devaluadas por la nueva tecnología.


Automatizando la fuerza de trabajo

Algunos empleos en Estados Unidos que solían reservarse para los trabajadores altamente calificados con educación universitaria ahora están siendo automatizados, gracias a avances tecnológicos en ciencias computacionales y lingüística.
The New York Times informó el 4 de marzo que las demandas que alguna vez requirieron numerosos grupos de abogados muy bien pagos para inspeccionar millones de documentos legales ahora pueden investigarse más rápidamente, y por una fracción del costo, usando el programa “e-discovery”. La nueva tecnología tal vez posibilite pronto que las computadoras reproduzcan ciertas tareas actualmente realizadas por analistas de crédito, contadores e, incluso, diseñadores de procesadores de computadoras.
Según una investigación de David H. Autor y Daron Acemoglu, economistas del Instituto Tecnológico de Massachusetts, el impacto de la tecnología sobre la economía estadounidense moderna ha sido extenso. Durante las últimas dos décadas se han creado puestos de trabajo en sectores poco calificados, mientras que el crecimiento de los empleos alta o medianamente calificados está disminuyendo el paso y algunas veces, cayendo debido a la automatización.
El campo de la inteligencia artificial superó otro hito en febrero, cuando dos campeones del juego “Jeopardy” fueron derrotados en forma aplastante por una computadora IBM llamada “Watson”, que contestó preguntas formuladas en lenguaje ordinario, hazaña alguna vez pensada imposible.
En una competencia posterior simulada en Washington, el diputado Rush Holt, de Nueva Jersey, derrotó a “Watson”. Pero la tendencia es evidente: la automatización está amenazando desproporcionadamente ciertos trabajos calificados. Tal como lo ha demostrado la historia, pese a todos los beneficios que trae la tecnología, siempre habrá algunas personas -a veces altamente calificadas- que salen perdiendo.

Copyright The New York Times
Syndicate y Debate

No hay comentarios:

Publicar un comentario