LA ALEGRÍA PERONISTA

miércoles, 8 de junio de 2011

Cristina: Un liderazgo hacia el “Siempre Más”

‘Nunca Menos’, el punto de partida para un proyecto nacional que se propone como nuevo contrato social y espera que en octubre las urnas le otorguen a su máxima dirigente el mandato.
Cristina Fernández lidera el proceso democrático e inclusivo de la generación del Bicentenario
Foto: Archivo
Por Víctor Ego Ducrot |
04|06|2011
Será ella quien finalmente decida cuándo, cómo y dónde anunciar su candidatura para un nuevo mandato presidencial, tal cual vienen solicitándoselo los distintos sectores políticos y sociales que interpretan y acompañan la propuesta de país planteada por Néstor Kirchner, hace ocho años. Dispone de los tiempos y de los escenarios no como una postulante con enormes expectativas, ni siquiera como una dirigente de primerísimo nivel, sino desde la perspectiva del (de la) que tiene la responsabilidad de conducir aquello que dejó de ser propuesta para convertirse en programa en plena ejecución, el proyecto de la generación del Bicentenario; y es como consecuencia de esas mismas premisas que está en condiciones de contar también con el factor sorpresa, con la arista impensada, con la perplejidad que suelen provocar los grandes líderes, que lo son, justamente, por su capacidad creadora.

El reelecto gobernador de La Rioja, Luis Beder Herrera, acaba de reconocer, como ya lo hicieron y lo seguirán haciendo otros dirigentes y candidatos que se inscriben en el proyecto nacional, que su logro y posicionamiento fue, en definitiva, el triunfo de la presidenta. Las encuestadoras coinciden todas en que ella es la única figura política que incrementa día a día los índices de aceptación social. Su nombre y la consigna “Cristina 2011” dibujan la frontera, el límite, para todas y todos aquellos actores que, desde el oficialismo, se involucran de lleno en este año electoral; dando cuenta de una expresión que bien podría ser la síntesis de cómo se expresan las diferencias de matices y de aspiraciones dentro de un mismo espacio, hecho por cierto saludable para el ejercicio democrático: con Cristina todo, sin Cristina nada.

Podría decirse mucho más acerca de las síntesis y de aquellas palabras que, siempre breves en las sintaxis, son continentes. Por ejemplo que el “Para Todos” y el “Nunca Menos” tienden a cerrar como círculo virtuoso aquel “Nunca Más” que, para completarse a sí mismo, debió esperar a un presidente de la Constitución, ordenador de ciertos cuadros, de ciertas imágenes de dictadores, y que el juzgamiento a los responsables del genocidio se convirtiese en inalienable política de Estado; y a una presidenta que diese profundidad a las iniciativas de justa distribución de riquezas, tanto materiales como simbólicas, y densidad y amplitud al concepto de ciudadano y de ciudadana como sujetos plenos de Derecho.

Aquí, una vez más, y todas las veces que el análisis lo requiera, deben ser citadas laspolíticas de crecimiento económico con inclusión, de desendeudamiento externo e interno, la Asignación Universal por Hijo y para mujeres embarazadas, las leyes de medios audiovisuales y matrimonio igualitario, y hasta las iniciativas que sin duda vienen discutiéndose acerca de un régimen legal democrático para la interrupción de embarazos. Cómo no reparar, en ese sentido, en las palabras del jefe del Gabinete nacional, Aníbal Fernández, hace un par de semanas en la Universidad Nacional de Lomas Zamora, cuando abogó por una discusión seria, que termine con la iniquidad que sufren miles y miles de mujeres del pueblo, víctimas del hospital como institución de denuncia y no, como debería ser, de contención y salud pública.

“Nunca Menos” es entonces la síntesis, el punto de partida para un proyecto nacional que se propone como nuevo contrato social y espera con firme certeza que en octubre próximo las urnas de los argentinos y las argentinas le otorguen a su máxima dirigente el mandato, más como responsabilidad que como derecho, de avanzar desde allí hacia un muy probable “Siempre Más”.

Esta trama de construcciones políticas y de verdaderas batallas culturales en orden a la producción de un nuevo aparato de sentidos, para reformular los significados del bien y del mal, de lo justo y lo injusto, de lo bello y lo feo, es la que le quita el sueño a la dizque oposición, y digo dizque porque, en un sistema republicano como el que ellos dicen defender, las fuerzas políticas que pierden elecciones deberían manifestar sus desacuerdos y propuestas diferenciadoras, pero no constituirse como aparatos de descalificación sistemática de quienes ejercen el gobierno; por eso, esa “oposición” parece resignada y hasta conforme ante el confusionismo de sus discursos y gestos concretos, total ya los dejaron en manos de la corporación mediática hegemónica.

Desde allí golpean contra las matrices más movilizadoras de los consensos sociales favorables al “Nunca Menos” que, muy a pesar de ellos, de los denominados opositores y de distintos pelajes, amenaza con transformarse, como señalé antes, en un “Siempre Más”. Entre esas matrices se identifican en forma especial, y por su gran peso específico, la ampliación de ciudadanía tangible y del concepto de Derechos Humanosz como ámbitos decisivos y preexistentes, y reconocidos por leyes y otras decisiones de Estado; el reconocimiento de que las nuevas generaciones de militantes y cuadros deben transitar experiencias que les permitan constituirse en continuidad del proyecto; la apoyatura del mismo en novedosos mecanismos de construcción de mayorías; y la constatación de que el “Nunca Menos” transformado en “Siempre Más” incluye en forma prioritaria a la clase trabajadora organizada, en sintonía con la movilización de otros actores sociales, en tanto masa crítica de apoyo y sustentabilidad.

Y allí golpean, siempre teniendo en cuenta la urgencia que los desvela: ponerles nombre a sus pesadillas, a los espacios desde los cuales el proyecto avanza.

Como dejó asentado Roberto Caballero en nuestra edición de ayer (Tiempo Argentino del 31 de mayo), van contra los pañuelos blancos, para descalificar a Hebe y emprenderla contra la política de Derechos Humanos del gobierno. Van también contra La Cámpora, y no porque esa denominación apele a un apellido que irrita a las almas oligárquicas, sino porque desde esa y otras instancias militantes están visibilizándose quienes le darán tiempo en el futuro al concepto generación del Bicentenario. Agreden en forma constante a dirigentes y experiencias como Gabriel Mariotto y el programa Casas Compañeras, porque desde la movilización por la distribución de la palabra, que les quitó a ellos y ellas, las almas oligárquicas, el monopolio cultural y mediático que les otorgó la dictadura, se desarrolla una novedosa fórmula de organización política territorial. Y no ahorra municiones a la hora de disparar contra las organizaciones sindicales y sus legítimas reivindicaciones, muy especialmente contra la CGT y sus dirigentes, con la esperanza de romper la sólida línea de pertenencia de esos actores al proyecto que conduce la presidenta.

Mientras tanto, ella avanza en la consideración favorable en esas nuevas mayorías sociales, para y desde las cuales el nuevo contrato social ha sido y está siendo pensado:desde el “Nunca Menos” al “Siempre Más”.

*Nota publicada por el director de APAS en el diario Tiempo Argentino el 1 de Junio de 2011




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