Por Orlando Barone Vitalicios | Liderazgos | Leyendas | Prejuicios | Dietólogos |
Las tribunas republicanistas se escandalizan cuando sindicalistas de peso se aquerencian en el poder de sus sindicatos. Algunos, en la Argentina, durante más años que el largo lapso en que un vino de guarda pasa a ser vinagre o en que se descubre que peones agrícolas esclavos duermen mal sobre la alfalfa y quieren dormir sobre futones. Dejen hacer a los patrones rurales: ellos saben muy bien qué clase de confort necesitan sus peones. En cuando a los sindicalistas vitalicios, es cierto que hay algunos de tan largo aliento que ya no solo cumplen sus bodas de plata con el liderazgo sino que están por festejar las de oro o de diamante. Coincidentemente desde hace no sé cuántos años el antiguo diario La Nación luce el nombre del mismo director: Bartolomé Mitre. Y hasta hace poco Claudio Escribano fue subdirector más de tres décadas; incluida una propuesta “indecente” y destituyente al ex presidente Kirchner. Jorge Lanata, al frente de Crítica, apenas si llegó a un año: y fue suficiente. En cambio, superando largamente las bodas de plata, están a la cabeza del diario Clarín Doña Ernestina y Héctor Magnetto. Vitalicios o renovables, los hay buenos y los hay malos. No sé si hay neutros, porque es una condición inhallable entre los humanos. Salvo entre los periodistas independientes. Ya que se sienten neutros como el verdugo: porque sólo hacía caer la guillotina, pero nada que ver con quien daba la orden. La guillotina es neutra. ¿Y el verdugo qué era? ¿Un ganapán, un morboso, un alcahuete o un cínico? Hubo hasta 1915 un legislador húngaro -Jòszef Madarász- que permaneció 83 años en el parlamento de su país. Está registrado en el Libro Guinness. Edward Kennedy prolongó su democrático cargo de senador por Massachusetts por casi medio siglo. Aquí el editorial de La Nación “Jerarcas sindicales a perpetuidad”, del martes último, se indigna porque Ramón Baldassini de los telepostales es elegido en su gremio desde hace cuarenta y siete años. Y un anexo: los barrabravas. Porque aunque no hay precisiones por la índole del rubro, se dice que el líder de un barrabrava es más temporario: rara vez sus liderazgos superan una década y media. Es un oficio duro, de jóvenes, aunque en Boca, excepcionalmente, reinaba “El Abuelo”. Lo sabido es que los sindicalistas tienen tan mala prensa como aquéllos. Todo lo contrario de los miembros de Adepa (la patronal periodística). Y es obvia la influencia de éstos en potenciar la leyenda aquella; justificada e injustificada en partes a considerar si se tuviera criterio y no prejuicio. En las corporaciones empresarias de ordinario se sustituyen y se alternan los gerentes, no los directorios. Hay presidentes de empresa que siguen dando órdenes ya muertos, desde sus bustos o retratos. Pero se escandalizan si ese comportamiento se reproduce en la política o en el sindicalismo. “El Momo” Venegas conduce Uatre desde hace veinte años. El sindicato de los peones rurales que defiende a los productores prósperos, nació en la época de la “Patagonia trágica o rebelde” y se inclina ahora a favor de la pampa húmeda sojera. Hugo Moyano, en otro rumbo, es el líder camionero desde hace veintitrés años. Si fuera por él todos serían camioneros, si fuera por Biolcati todos serían peones golondrinas. Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto son elegidas líderes de sus asociaciones desde hace décadas. Lo que son las cosas: el tiempo puede jugar a favor o en contra. Para competir por la inmortalidad los héroes e ídolos es mejor que mueran jóvenes. Hay casos que contradicen esta teoría: Mandela, por ejemplo. Pero él ya está en la inmortalidad sin necesidad de morirse. En el último número de la revista Bacanal se lee que en la carta de vinos del restaurante “Gioia” figura un Vega Sicilia Único, de España, al precio de 16.000 pesos. Es de 1989 y no viene en damajuana.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario