LA ALEGRÍA PERONISTA

domingo, 21 de noviembre de 2010

La pureza sucia y el barro puro



Por Orlando Barone Kobe | Bife | K | Virginidades | Opositorismo | Argentinismo
Nadie sabe lo que no sabe. No se sabe cuántos peces hay debajo del mar, por qué tanto alboroto por comer la nueva carne kobe como si fuera la nueva versión de la merluza negra de los noventa, adónde irá a parar Julio Cleto Cobos después de las próximas elecciones y cuál es el motivo por el cual Islandia, el país con mejor índice de “felicidad” del planeta, no empuja hacia allá ninguna masiva corriente inmigratoria.
Tampoco se sabe si es cierto que, para pintar la Capilla Sixtina, Miguel Angel se inspiró en los prostíbulos, ni qué hay en el interior de la cabeza de Carlos Alberto Reutemann, suponiendo que haya algún contenido. Pero acaso uno de los más grandes enigmas e ignorancias sea no saber de qué color son los ojos del Indio Solari. Lo que sí se sabe es que sus anteojos son de vidrios oscuros. Con una salvedad: Aníbal Fernández, que fuera de la familia del “ricotero”, es el único que ha visto los ojos con los propios.
Yo he oído con mis propias orejas, cómo los curiosos que espiaban el casamiento del jefe de Gobierno y su “negrita hechicera”, a ver al rabino Bergman; le gritaban: ¡Dale rabino, mandate una metáfora!”. Pero el rabino no pudo, porque sólo dice aforismos. Y también he visto con mis propios ojos, en esa misma boda, a Federico Pinedo hacer con la mano la V de la victoria. La usurpación del gesto es un indicio del contagio que causa por doquier el renovado aire de victoria del kirchnerismo.
Pero el gesto más brutal y bizarro lo produjo la diputada Graciela Camaño en el recinto del Congreso, al golpear a Carlos Kunkel. El diputado, en medio del debate del presupuesto, estaba diciendo a viva voz
yo nunca dije que había que dejar de robar por dos años para después seguir robando”, en obvia referencia al sindicalista Luis Barrionuevo, marido de Camaño. La morocha no aguantó y le lanzó un mandoble a la cara con la mano derecha. La adecuada a su objetivo político. Fue un abuso de género que el caballero grandote, sentado, se obligó a no compensar.
Más femeninas y trémulas que Camaño, pero más perturbadas en sus sensibilidades de aguas destiladas, las diputadas opositoras Elsa Álvarez y Cynthia Hotton reaccionaron como vírgenes tentadas al pecado que presuntamente no quisieron cometer. Guionadas o instigadas, denunciaron supuestos mensajitos y llamadas furtivas a sus bancas con presuntas insinuaciones para que apoyaran al oficialismo.
A pesar de que pelotudos hay en todas partes y también en la política, no da con ningún perfil de pelotudo que en trances como éste alguien del Gobierno se arriesgue a una torpeza semejante.

La Presidenta tuvo hasta el humor de aludir al trompazo cuando pidió a los de su partido que se resignaran a recibir agravios y golpes sin devolverlos. Magdalena Ruiz Guiñazú, tomando partido por Camaño, dijo que no entendía cómo, ante la ofensa, “no había ido Barrionuevo a pegarle a Kunkel”.
Ella pidiendo represalia a un sindicalista es un signo de su cada vez más intensa vocación pacifista y democrática. Elisa Carrió disemina su siembra.
Ella, igual que la soja transgénica, por donde pasa no deja crecer la hierba. En su línea, Ricardo Roa escribía en Clarín, el jueves, que la imagen aquélla “es un descrédito de la política y sobre todo del Congreso. Pero es más que eso: una prueba de la crispación que envuelve la relación del Gobierno con la oposición”.

La crispación no los deja en paz a ellos. La transfieren oblicuamente al oficialismo, que ve lo más campante cómo se endulzan las encuestas a su favor mientras los competidores siguen descendiendo. ¡Ay ciudadanos! Este Parlamento es el que habéis votado para coquetear con la idea de una reprimenda correctiva al Gobierno. Y esto es lo que habéis conseguido. Un voto bartolero que introdujo en el Congreso opositores que sólo quieren arremeter contra el proyecto nacional y popular que viene con la marca del éxito en el orillo. No es casual que la “marca país” de la Argentina lidere el ranking de Sudamérica. La empresa global FutureBrand, encargada de la investigación mundial que pone a Canadá en lo alto de la tabla, cosechó la opinión de 3.400 viajeros. Lo que dijeron acerca de la Argentina actual parece haber sido dicho bajo chantaje o presión de la “mierda oficialista”. La marca país tiene en cuenta las cualidades y méritos que el viajero le asigna en su visita. Qué sabe, qué piensa, qué siente respecto de un lugar y de su pueblo. Lean uno de los tantos factores que posicionan a la Argentina, que subió diez puestos, por arriba de toda Sudamérica. Dice que “el 93 por ciento de los entrevistados la recomienda”. Y no por nada. Sino “porque el país supera las expectativas que tenían antes de visitarlo”.
Como factores favorables, aparte del paisaje y el componente humano y cultural, influyen su crecimiento económico y la ampliación de ciudadanía con el matrimonio igualitario, que lo posiciona como un país más abierto y progresista.
De esto, los extranjeros no saben nada: si les preguntaran a los periodistas qué saben de progresismo, se darían cuenta de que vivimos bajo un régimen fascista.
Ah, también midió muy bien en atributos como bellezas naturales, gastronomía, vida nocturna y destino de compras. El informe agrega que la Argentina es un país que genera entusiasmo.

Y cómo no se van a engañar esos viajeros incautos, si no se enteran cómo los roban, los estafan y los violentan en las noticias de los medios. Son tan malas esas noticias que son más malas que nosotros.
Si se sentaran media hora ante el televisor viendo noticias, preferirían irse a Bagdad o a Afganistán. No saben nada acerca de cómo aquí se viola la Constitución, cómo se caen chiquitos a pozos profundos cavados para que la gente se caiga, no se enteran de que nuestros niños viven explotados con el trabajo esclavo, que los granjeros laboriosos son esquilmados por el fisco, que se procura con ferocidad neoliberal el empobrecimiento de los jubilados, que el caos envuelve las calles de la ciudad de Buenos Aires y que no se puede salir a la vereda porque te matan.
¿Cómo esos viajeros van a contestar que en la Argentina hay un clima social que les encanta? Solamente deben dedicarse a pasear por Patio Bullrich y la calle Arroyo.
Los extranjeros que están comprando propiedades aquí para poder viajar periódicamente deben de ser todos lesbianas y gays que vienen a casarse.
Esa encuesta de marca país resulta sospechosa.
Para mí, que la pagaron con la Banelco.

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