LA ALEGRÍA PERONISTA

viernes, 17 de julio de 2009

Café, Estado y revolución industrial

17-07-2009 /

SIMILITUDES ENTRE BRASIL Y ARGENTINA
A pesar de ser copiosamente citado como un modelo económico a seguir o a emular, quienes lo hacen –e independientemente de su tinte político e ideológico– olvidan mencionar las verdaderas causas que hicieron de la ex colonia portuguesa en América del Sur, una de las principales potencias económicas, industriales y culturales de la actualidad.
Visto el momento histórico por el cual atraviesa la Argentina, visto los sectores enfrentados e intereses en juego –al margen de las contradicciones, ambigüedades y limitaciones de unos y otros– reexaminar la historia y la realidad brasileña tal vez resulte más que apropiado, y por qué no, aleccionador. Y es que existen notables coincidencias internas y externas entre el modelo de acumulación iniciado en la Argentina a partir del 2003 y el modelo establecido en Brasil desde 1930. Coincidencias que es justo mencionar, también se verifican entre la Argentina contemporánea y la de 1930-1945.
Sin embargo y a diferencia de la década 45-55 en nuestro país, las nuevas clases emergentes del Brasil de aquel entonces sí lograron abatir las causas estructurales opuestas a un modelo de acumulación basado en el desarrollo del mercado interno bajo una dinámica industrialista. Entre las coincidencias aludidas podemos citar: 1) el avance estatal sobre la renta estratégica nacional; 2) el modelo productivista y el rol del Estado.
1) ¿Cuál es la renta nacional que captada por el Estado permite avanzar en el abatimiento de las verdaderas causas del subdesarrollo en la Argentina? La renta agraria es la renta estratégica para avanzar en un proceso de industrialización con justicia social. Renta que fundamentalmente y por desgracia, es sojera: este cultivo aporta un 70 por ciento del valor de la producción total de lo que va de la campaña 2008/2009 y un 58 por ciento de la campaña 2007/2008. Iniciada formalmente con la resolución 125, la puja por esa renta revive la puja por la renta del café en el Brasil de 1930, año a partir del cual las clases oligárquicas tradicionales que se la apropiaban fueron vencidas política y económicamente, al lograrse la transferencia de esa renta al Estado y al sector industrial en gestación.
Industria y Estado fueron, a partir del varguismo, los dos nuevos sectores clave en la generación de riqueza nacional y pilares de la revolución industrial brasileña. En la Argentina, la resolución de la puja por la renta sojera (agraria) definirá el surgimiento o el agotamiento de las condiciones que permitan la profundización del modelo nacional y popular (y su victoria en las urnas en 2011).
2) Conforme señalaron Andrés Tavonanska y Germán Herrera, de AEDA, entre 2002 y diciembre de 2008 la Argentina experimentó el período de crecimiento industrial más importante de las últimas tres décadas, período caracterizado además por: 1) aumento del empleo; 2) recuperación salarial; 3) aparición de nuevos sectores industriales; 4) aumento de la participación de las exportaciones industriales sobre el PBI, e incremento de las manufacturas de origen industrial sobre las exportaciones industriales totales. Del 2003 a la fecha, la Argentina ha prosperado en materia de industrialización, aunque lo ha hecho desorganiza, contradictoria y ambiguamente.
A propósito y salvando las diferencias en cuanto a la magnitud de la expansión y del crecimiento de la industria, viene al caso recordar un período clave de la industrialización brasileña. Entre 1930 y 1961, y al ritmo de un incremento de la producción industrial del 683%, la estructura económica, política y social de Brasil se transformó por completo. De 1940 a 1961, la industrialización del país disparó el PBI aumentándolo un 232% y el PBI per cápita un 86% (Luiz Bresser Pereira. Desenvolvimento e Crise no Brasil: 1930-1983. Pág. 52).
En igual período se puso en marcha un agresivo proceso de sustitución de importaciones, surgió una clase de empresarios industriales, se federalizó la distribución de la renta, se aumentaron salarios y se estatizaron los elementos básicos de la economía y las finanzas.
La participación del sector público en el dispendio total, del 17,1% en 1947, pasó a 23,9% en 1956 y 25,9% en 1960. En 1956, el sector público (incluyendo las empresas gubernamentales) fue responsable del 28,2% de la inversión total sobre la formación bruta del capital del país. Cuatro años más tarde alcanzó un 48,3% y 60% en 1964 (Programa de Acción Económica del Gobierno, 1964-1966). Es decir, en un período de 22 años la producción industrial brasileña casi se sextuplicó, doblando el ritmo de desarrollo global de la economía.
El Estado no sólo se erigió en el director de la política económica nacional sino que también se colocó a la vanguardia de la inversión en industria de base, transportes, energía, desarrollo regional, exploración de recursos naturales y educación (Luiz Bresser Pereira. Desenvolvimento e Crise no Brasil: 1930-1983. Pág. 57). Dos fueron los pilares de la transformación brasileña: los empresarios industriales y el gobierno. De 1930 a 1950 actuaron los primeros, aunque fomentados y apoyados vigorosamente por el Estado.
A partir de 1950 fue este último quien se puso al frente de las grandes inversiones y emprendimientos empresariales, participando activamente en el desarrollo económico nacional. Pero la revolución industrial brasileña no hubiera triunfado de no haber erradicado de manera permanente a la oligarquía agrario-comercial cafetera, viejo y anacrónico resabio socioeconómico de su época colonial.
En suma y visto la encrucijada por la que atraviesa nuestro país, interesantes coincidencias (léase lecciones) entre la Argentina de 2003-2009 y el Brasil de 1930.
En este sentido, tanto la experiencia brasileña como la argentina del primer peronismo prueban cabalmente que sin un Estado rector en materia económica y dueño de sus recursos naturales estratégicos, sin un movimiento obrero organizado, socialmente ascendente y vigoroso, y sin el apoyo de la industria nacional (bajo un modelo de diversificación del aparato productivo, el Estado, como principal agente industrial y la socialización del sector mediante una política de promoción y consolidación de pymes vinculadas con el mercado interno y el externo) no existirá ninguna posibilidad de supervivencia de una Argentina socialmente justa y económicamente desarrollada.

Federico Bernal
Director del Centro Latinoamericano de Investigaciones Científicas y Técnicas

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