LA ALEGRÍA PERONISTA

martes, 21 de julio de 2009

BUENOS AIRES ECONÓMICO
POR SERGIO DE PIERO

La hora de los consensos

16-07-2009 /
Comienzan a asomar los primeros pasos del Gobierno nacional luego de los adversos resultados electorales del 28 de junio. Es decir, la lectura que comienza a realizar a partir de una derrota inesperada. El cambio de ciertos ministros fue la primera acción. Inmediatamente, la convocatoria a un diálogo con los partidos para una reforma política, centrada en cambios electorales. El Poder Ejecutivo propone establecer elecciones abiertas de candidaturas, de carácter obligatorio y simultáneas, para que su peso sea alto. Con esta primera decisión busca recuperar la iniciativa y lo ha hecho en el área estrictamente política, el espacio desde donde probablemente se le fugaron los votos. (Pues no pareció un rechazo a su política económica.) Cualquiera sea el rumbo que se tome, es vital la perdurabilidad de la decisión para que su efecto sea cierto.
Como era de esperar, los partidos de oposición mas relevantes (el Acuerdo Cívico y Social y PRO) aunque concurrirán, han sido sinuosos a la hora de responder. La campaña presidencial ya ha comenzado y cada partido evaluará qué actitud le conviene más. Acaso algunos recuerden que cuando Cafiero decidió aportar gobernabilidad a la gestión de Alfonsín, luego de las elecciones de 1987, Menem le arrebató el lugar del opositor más duro contra el gobierno. En esta situación es bastante difícil saber hasta dónde podrá avanzar el consenso: el Gobierno querrá demostrar que hay vocación de cambio, y los partidos de oposición, luego de una elección casi “pasional” como la del 28 de junio y con términos discursivos tan duros, buscarán seguir abonando su imagen intransigente frente a un oficialismo que ha quedado debilitado.
Sin embargo, la convocatoria no se agotó en esta dimensión, ya que el Gobierno afirma que la próxima semana serán convocados los actores económicos, es decir, las cámaras patronales y los trabajadores. Mientras que en política persisten las desconfianzas, más que una pugna por propuestas distintas (nadie de la oposición ha criticado públicamente el proyecto de internas abiertas) aquí se da lo contrario: cada uno porta su agenda, que expresa los intereses que representa: baja o anulación de las retenciones, devaluación, mejora salarial. El lector sabe a cuál actor pertenece cada uno de estos carteles. Por ello la lógica cambia y poco tiene que ver con lo electoral para concentrarse en una cuestión de intereses económicos. El resultado de esta convocatoria también será incierto respecto de las respuestas por parte de los invitados, quienes especularán si podrán conseguir más negociando con el Gobierno que presionando desde otros espacios (con los precios, las protestas o desde los medios).
Con todo, el círculo no se cierra. Existen temas y prácticas desde la sociedad civil que no se encuentran representadas por estas instituciones políticas y las económicas. Es el resto de la sociedad civil que porta diferentes demandas e identidades, que más lejos o más cerca de algún partido político y de distintos sectores socioeconómicos, exigen respuesta a diversos reclamos, de manera más o menos organizada. Movimientos y organizaciones de la sociedad civil que trabajan en las áreas de salud, educación, vivienda, derechos humanos, derecho a la tierra, minorías y diversas expresiones de la nueva cuestión social.
Con ellos el Gobierno inició, allá por 2003, una relación desde distintos ministerios (de hecho todos los ministerios cuentan con consejos consultivos o espacios de articulación), pero ese énfasis inicial parece haber entrado en las sombras. Erró por lejos quien creyó que esos espacios reemplazarían el accionar de los partidos políticos y más aun los neoliberales que, esperanzados, confiaban en las ONG para resolver la cuestión social, esperanzados en reducir el gasto social del Estado. Nada de eso. No es por allí que debe orientarse la búsqueda de consensos con este sector. Debe valorarse su importancia en la construcción de subjetividades, en la generación de tejido social y en la misma constitución de espacios políticos, entendida como discusión y formación.
No sería una mala idea pensar también un nuevo consenso con estas expresiones. Porque no se trata de un mero diálogo, sino de fortalecer las posibilidades del desarrollo en un sentido amplio.

Sergio De Piero
Politólogo. Flacso.

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