LA ALEGRÍA PERONISTA

domingo, 20 de febrero de 2011

Reintroducen especies en el Iberá para restaurarlo

La modificación del ecosistema del Iberá, por impacto de actividades humanas, está en proceso de restauración a través de programas de reintroducción de especies extinguidas, como el oso hormiguero y el yaguareté.

“La restauración de un ecosistema es tener todas las piezas que necesita. Todas esas son piezas del ecosistema que están en equilibrio. Desaparece una de esas y se desequilibra todo”, dijo a Télam el biólogo e investigador del Conicet, Yamil Di Blanco.


Por tal motivo, la reintroducción de especies que se habían extinguido es una de las claves para comenzar a volver al ecosistema a su estado original.

“Acá, por ejemplo, se ha extinguido el oso hormiguero, el yaguareté, el pecarí y el tapir, en otras zonas de corrientes. El proyecto que estamos realizando incluye, además, la remoción de especies exóticas”, explicó.

El proceso de reintroducción del oso hormiguero comenzó entre los años 2003 y 2004, con reuniones para conocer su factibilidad, y un año después se empezó a trabajar para conseguir osos y hacer acuerdos con provincias. Recién en 2007 se consiguió el primer oso que se trajo de Jujuy.

“Se consiguió este ejemplar que lo tenía una familia de Jujuy como mascota. A los dos años se convence a esta familia que lo done al proyecto, y en octubre de 2007 se libera esa osa más un macho que era de Florencio Varela”, precisó el biólogo.

En la provincia de Corrientes no quedaba ni uno solo de esos ejemplares, por lo que el proceso de traerlos de otras regiones o provincias es bastante complejo, necesitándose la firma de acuerdos interprovinciales y con el Estado Nacional.

Hasta el momento –a más de cinco años de comenzado el trabajo-, se ha logrado reintroducir más de 20 osos, y en 2009 y 2010, nacieron las dos primeras crías de la pareja inicial.

“Ya hay dos nacidos que son de esa primera pareja liberada. Tienen cría a los 190 días, 6 meses de gestación. Después la cría se queda con la madre en el lomo unos 8 o 9 meses hasta el destete y se separan porque son animales solitarios, no viven en grupo”, contó el especialista.

El trabajo de Di Blanco consiste en monitorear a través de de un radio que recibe señales de los collares que se le colocan a los animales, “para ver si los animales están haciendo lo que tienen que hacer”, precisó.

“Es muy importante ese trabajo porque muchos de estos proyectos han fallado al no saberse de los animales una vez que se sueltan. Yo estoy haciendo ese estudio del cual me encargo del monitoreo post liberación de los animales”, señaló.

“Yo voy al campo, los localizo, los observo, y recabo la información que necesito. Tengo una antena direccional que indica en donde está el animal. A través de eso lo localizo, lo observo y tomo la información que necesito para el estudio, y de esa manera puedo estimar cual es el área que está usando desde que se liberó, que tipos de hábitat o micro hábitat está utilizando”, agregó el científico.

Los resultados obtenidos indicaron que los ejemplares tienen un comportamiento similar al del animal silvestre, que es que utilizan bosques para descansar y lugares abiertos o bosques también para alimentarse.

En general están activos de 7 a 10 horas diarias y lo demás lo duermen. Los horarios de actividad cambian de acuerdo a la temperatura y la estación del año. En verano tienden a ser más nocturnos y en invierno más diurnos porque tratan de evitar las temperaturas extremas.

“Las áreas que usan varían según los individuos. Son individuos que utilizan áreas muy concretas, de 500 a 1000 hectáreas, y hay animales que hacen muchos experimentos exploratorios. Hay algunos animales que se fueron 40 kilómetros de acá”, dijo.

“El tema de reintroducción tienen esas cosas. Hay animales de cautiverio que empiezan a explorar el lugar donde se sientan más cómodos, por ahí buscan parejas y no la encuentran. Al principio cuesta que el animal se consolide en el lugar”, añadió.

El lugar elegido para realizar el programa fue la estancia “El Socorro”, lindante con la ciudad de Carlos Pellegrini y los Esteros del Iberá, un paraje ideal por su ubicación estratégica y por tratarse de un espacio abierto.

El proceso de liberación es bastante complejo. Se necesita un período de cuarentena que se cumple cerca de Corrientes Capital, en el que se les hace el control sanitario y se los libera de cualquier patógeno.

“Una vez que están libres de cualquier patógeno se los trae acá, y después se le hace una liberación que se llama una “suelta blanda”, en un corral de siete hectáreas que tenemos acá en el medio del campo.

Entonces, lo que se hace es liberarlo en ese lugar y dejarlos unos 10 a 15 días para que se vayan acostumbrando, se les abre el portón y los bichos pueden entrar y salir cuando quieran”, destacó Di Blanco.

“Lo bueno es participar en un proyecto de conservación que tenga tantas cosas y que sea muy efectivo. Son planes que se van realizando y hay fondos para ello. Haces ciencia básica pero estás trabajando para algo muy concreto”, precisó este biólogo que además trabaja en el Instituto de Biología Subtropical de Misiones.

El equipo que acompaña a Di Blanco, compuesto por otros especialistas en el tema, comparte también otro programa de reintroducción, esta vez, del Venado de Las Pampas, que conforma otro escalón en la reinstauración de ese ecosistema único, como es el de los Esteros del Iberá.


No hay comentarios:

Publicar un comentario