LA ALEGRÍA PERONISTA

sábado, 23 de octubre de 2010

RICADO FORSTER, “Estamos en una situación interesante”



LA DÉCADA 00/10

“Hay momentos en un país en que se expresan voces de una manera diferente, renovadora respecto a otras situaciones. Me parece que en el contexto actual, evidentemente algo ha sucedido para que haya emergido un tipo de voz que en las últimas épocas estaba más sumergida” comienza señalando Ricardo Forster, filósofo, pensador, entusiasta pero no ingenuo analista del actual momento argentino y su relación con la política: “Creo que en América Latina y en particular en Argentina, apareció un escenario completamente nuevo y en el interior de ese escenario, que tiene que ver con fenómenos incipientes de repolitización, vuelve a emerger una voz que tuvo su historia en la Argentina”.

_ ¿Y cuál ha sido la relación de Argentina con las tradiciones intelectuales?

_ Argentina es un país que tuvo tradiciones intelectuales muy importantes tanto a la derecha como a la izquierda, como tradiciones nacionales y populares. Pensemos en figuras como José Ingenieros, como Lugones, Ricardo Mallea, Martínez Estrada, Frondizi, Rodolfo Walsh o John William Cooke. Son figuras importantes, que en distintos momentos y desde distintas perspectivas, tuvieron una intervención políticamente fuerte. Me parece que la nota nueva es el cruce entre cierta cultura intelectual y el espacio político y popular en la esfera pública. Esa es una novedad de este último periodo.

_ ¿Y qué otras marcas se podrían entender como propias de estos años?

_ Esta década está atravesada por la reconstrucción de los lazos de solidaridad en el interior de la experiencia latinoamericana y en particular sudamericana. No es lo mismo Venezuela que Argentina, Ecuador que Brasil, Uruguay que Bolivia, pero sin embargo hay algo en común. Eso en común tiene que ver con recuperar viejas tradiciones emancipatorias, viejos lazos de unidad. Este es un ámbito de intercambio, de correspondencia entre pueblos que comparten muchísimas cosas, lengua, historias comunes, una infinidad de rasgos que no son tan fáciles de encontrar en otras regiones del mundo.

LA AMÉRICA QUE SE HACE

_ Teniendo en cuenta que ningún país de América Latina podría salir adelante de manera aislada, ¿podría pensarse que hay una necesidad de surgir como bloque a partir de una necesidad económica y geográfica y no sólo político-ideológica?

_ Yo creo que el orden económico mundial en su diversidad y su complejidad, exige que los países que tienen esos rasgos en común, logren construir esos espacios de unidad que son económicos, políticos y culturales y que les permitan salir a discutir a nivel internacional con otra fuerza, con otra capacidad de negociación. No cabe duda que un país como Brasil, que crece y se expande como una potencia internacional, tiene claro que su capacidad de desarrollo está profundamente ligada con América Latina.

Para Argentina es inevitable, fundamental, imperioso, profundizar esa unidad latinoamericana. Obviamente, para los países más pequeños o más débiles se vuelve todavía más importante. Necesitan entramar, vincular, construir espacios compartidos, espacios comunicantes que logren generar condiciones de intercambio que sean favorables para el conjunto de los países y al mismo tiempo que potencien a la región ante los otros ámbitos de poder económicos clave del mundo en este momento: sea EEUU, China o el Mercado Común Europeo.

_ ¿Y cómo se logra la convivencia?

_ Me parece que América Latina, en ese sentido, tiene una ventaja: puede incorporar en su seno la voz cubana, la voz uruguaya, la voz venezolana, la voz argentina y lo hace sin imponer las condiciones de una de esas voces como la hegemónica y la determinante. Quizás en un momento histórico, en otra circunstancia, cuando crezcan las formas de construcción económico política que tiendan más a un concepto de distribución de la riqueza más equitativa, donde se profundicen los procesos políticos que impliquen también la recuperación de los bagajes y las tradiciones populares, quizás hasta haya mayor cohesión o mayores correspondencias entre los países latinoamericanos.

Me parece que por ahora lo que se ve es que, de algún modo, cada país recorre como puede, de acuerdo a sus propias circunstancias, lo que es su propio camino histórico. Lo que sí me parece clave es que a partir de ese giro inesperado que se produce en América, lo que está planteando ese giro inesperado es que estamos frente a una oportunidad nueva para consolidar esos lazos de unidad, bajo presupuestos que por comodidad yo definiría como democráticos, ligados a tradiciones populares y emancipatorias y que tienen algo en común: casi todos los procesos políticoeconómicos que se han abierto en la mayoría de estos países, intentan poner en cuestión el modelo neoliberal, que ha llevado a América Latina a la desigualdad, al empobrecimiento, a la fragmentación social. Estos países miran hacia atrás y ponen en cuestión aquella marca neoliberal.

_ Con respecto a todo ese movimiento, ¿qué papel juega Chile?

_ Tiene un problema Chile: primero cierto progresismo que confundió concensualidad política, negociación y transición democrática con plegamiento casi estructural a las políticas neoliberales, que hizo posible el Chile neoliberal heredado sin cuestionamientos por el Gobierno de la Concertación; 20 años donde no logró modificar las condiciones estructurales de desigualdad en la sociedad chilena, donde siguió - casi sin torcerlo - el camino de la ortodoxia económica neoliberal. Y eso se terminó pagando caro.

Un desgaste político, un desgaste social, una incapacidad para plantearse como alternativa realmente diferenciada de la estructura y el modelo neoliberal. Por lo tanto, me da la impresión que en un determinado momento, por errores estructurales de la Concertación, la derecha neopinochetista chilena volvió a ocupar ese lugar que tenía años atrás. Es algo equivalente a lo que sucedió con algunas experiencias sociales democráticas europeas, que terminaron siendo funcionales para el proceso de desguace de los Estados de Bienestar y el avance de las políticas neoliberales.

Tony Blair en Inglaterra; desarmaron a sus partidos, sus estructuras sindicales, sus viejas concepciones ligadas al wellfare state, lo que activa la composición de las tramas sociales y compraron casi al unísono el discurso del mercado global, el discurso neoliberal, el discurso de la sociedad del consenso y lo que algunos llamaron la Tercera Vía, esta idea de Anthony Giddens que planteaba que se trataba de una entrada a la sociedad del riesgo en la que se eliminaba definitivamente la lógica del conflicto, como lógica de los antagonismos sociales y políticos, para entrar en una suerte de sociedad globalizada, atravesada por las gramáticas del mercado, heredera de la idea del fin de la historia de Fukuyama, de la muerte de las ideologías, un proceso de neutralización muy fuerte en la política que ya estaba en el núcleo duro de la tradición liberal, pero que termina de desplegarse con la forma neoliberal, que tiene como uno de sus principales condimentos los procesos de despolitización social.

LA TELE Y LA LUCHA

_ En cuanto al poder mediático, han aparecido algunas alternativas comunicacionales, ¿ve algo más de acá al 2011 que pueda intervenir en ese plano?

_ Me parece que cierto poder mediático llegó a un límite. Incuso para aquellos que lo reconocen como su manera de ver el mundo. Quiero decir, sobretodo el Grupo Clarín ha extremado tanto su defensa a ultranza de intereses particulares, que creo que se vuelve poco creíble para amplios sectores de la sociedad. Allí hay incluso una puesta en cuestión de sus propios supuestos. Si hubo un grupo que en Argentina manejó con enorme astucia la ambigüedad, de estar con uno y con otro al mismo tiempo, de defender una política desarrollista mientras entraba en complicidad con el proyecto de Martínez de Hoz, ese es Clarín, que había logrado manejar con sutileza el discurso político, que había logrado enmascararse con distintos rostros y por lo tanto capturar el sentido común de bajos sectores medios argentinos.

Los medios de comunicación tienen una incidencia en la construcción de sentido común en la producción de imaginarios culturales, en la generación de nuevas formas de subjetividad en este tiempo histórico que es enorme. Entonces, si no somos capaces de abrir fisuras, de generar convicciones que pongan en cuestión esa hegemonía del relato que hasta ahora ha estado del lado de la corporación mediática, creo que sigue siendo complicado para cualquier proyecto que quiera transformar una sociedad como la nuestra.

Este es un punto importante que ha tenido un papel clave sobre el modo en cómo se relató el conflicto en torno a la 125, cómo se creó un gran consenso alrededor de la Mesa de Enlace, cómo se construyó la idea de un país partido pero alrededor fundamentalmente del imaginario de un campo virtuoso, ligado a la historia patria capaz de unir a la Sociedad Rural con la Federación Agraria y con los pobres del país. Todo ese discurso tuvo en la astucia del discurso mediático una potencia enorme y a su vez se unió con viejas estructuras de la Argentina, con viejas formas pedagógicas. Todos hemos sido educados pensando que la Argentina es básicamente una gran extensión agrícola que le da su riqueza al conjunto de la sociedad. Ir contra ese discurso, contra la vaquita, contra el trigo, con la idea de que la Argentina es de los gringos que la vinieron a colonizar y que con su sudor han producido la riqueza nacional, ese es un discurso muy potente en la Argentina, sobre el que hay que trabajar, sobre el que hay que mostrar su falacia. Allí el papel de los medios de comunicación ha sido decisivo. Errores comunicacionales por parte del Gobierno hubo sin dudas también. Impericias y falta de experiencia también.

_ ¿Ganó la lucha mediática o ganó la lucha política?

_ La lucha política relativamente. Subestimaron la capacidad del kirchnerismo de reacionar y de hacer lo que ningún gobierno democrático a lo largo de los últimos 26 años, que era no aceptar el chantaje de las corporaciones renunciando a su propia política. Lo que hizo el kirchnerismo fue doblar la apuesta en los momentos más difíciles.

Se sale de la 125 con la reestatización de Aerolíneas, la reestatización de las jubilaciones móviles; se sale de la derrota de junio con la Ley de Medios Audiovisuales y la Asignación Universal. Es el primer gobierno, después del `55, que enfrentado a poderes corporativos muy serios, muy potentes en el interior de nuestra sociedad, sigue sosteniendo un posicionamiento y una defensa de lo que es su propio proyecto. Cosa que no es menor si pensamos que entre el ´55 y el 2003 la mayoría de los gobiernos democráticos, por distintas circunstancias, fueron horadados, debilitados y finalmente expulsados. El gobierno que intentó tocar a una corporación, como fue el de Illia cuando intentó tocar a la corporación de la industria fármaco-química, fue rápidamente silenciado.

El gobierno de Alfonsín finalmente queda paralizado y es brutalmente destruido en su interior por la corporación económica. Ni hablar de la Alianza, que cae por peso específico, sin capacidad de reacción frente a las demandas de las corporaciones. Entonces, frente a esa historia de destitución permanente, lo que viene sucediendo en estos últimos años es una novedad que hay que celebrar. Es la capacidad de un gobierno democrático, incluso más allá de sus contradicciones, de defender su derecho a seguir avanzando.

SOCIEDAD EN MOVIMIENTOS

_ Existe un importante protagonismo de los movimientos sociales, que no desplaza a los partidos políticos. ¿Cómo cree que se va a traducir esa horizontalidad de los movimientos en la dirigencia?

_ Por un lado, queda claro que asistimos a una crítica estructural de las formas tradicionales de representación política y organización de esas representaciones. Los viejos partidos estructurados, con capacidad de movilización de masas, hace mucho tiempo que ya se han vaciado. Si bien todavía el peronismo y el radicalismo tienen una capacidad de interpelación, no tiene la vieja capacidad de interpelación de otras épocas históricas, ni estamos frente a partidos políticos que tengan una capacidad de presentarse socialmente al modo que lo tenían bajo otras condiciones.

Los partidos políticos ya no son la expresión clara de colectivos con identidades fuertes. Vivimos en un tiempo de flujos, de identidades débiles, de alquimias un poco extrañas. Eso hace que surjan espacios de cruce, experiencias diferentes, como en el caso argentino son los movimientos sociales. En realidad, si uno lo piensa, los movimientos sociales en general son algo que comienzan a desplegarse con mucha fuerza en América Latina a partir de los años ´80. Los debates de las ciencias sociales de los ´80 introducían como temática fuerte la idea de los nuevos movimientos sociales frente al ostracismo en el que entraban las viejas categorías de clase social.

Creo que cierta idea de los movimientos sociales está muy pegada a lo que ha sido la experiencia del neoliberalismo, porque en la medida que el neoliberalismo neutraliza la política, desguasa el ámbito público como lugar de representaciones, habilita la emergencia de actores sociales que se mueven con otros perfiles, con otras características y que son tanto expresiones de resistencia, pero que también nos plantea la pregunta sobre cómo se reconstruyen política y participación, cuando se trata ya de dar un salto hacia otra escena, hacia otro momento. Ahí hay un problema no menor: la crisis de la transversalidad, la apuesta inicial del kirchnerismo, sobretodo a generar condiciones de un amplio espectro de movimientos sociales, de sectores afines que pudieran crear las condiciones de una fuerza política no reducida a la vieja estructura del PJ, encuentra un punto de debilidad cuando los propios movimientos sociales tienen dificultades para transformarse, para pasar a otra dimensión, para dejar de actuar como una fuerza que ocupa básicamente el espacio público para defender derechos ninguneados por el poder, para defender la propia lógica que emerge de los sujetos que intervienen en los movimientos sociales, pero que no necesariamente logran pasar a una dimensión política más amplia, más universal, más compartida, que vaya más allá de los intereses territoriales.

El problema muchas veces de los movimientos sociales, es que están adheridos a la demanda del interés territorial, que tiene características propias, que no necesariamente encuentra puntos de correspondencia con otras demandas. Lo más difícil de lograr y lo más imprescindible es darle forma a una multiplicidad de demandas en el interior de un proyecto que, al unificarlas, pueda ofrecerse como una alternativa para el conjunto de los sectores populares.

_ ¿Cómo observa la vinculación entre sí de los movimientos sociales?

_ Los movimientos sociales tienen un gran problema, que es la desconfianza mutua, producto de muchas cosas. Producto de errores por parte del propio gobierno para convocarlos y generar privilegios de unos respecto a los otros, las trifulcas territoriales, la construcción de caciquismos que son de difícil compatibilidad los unos con los otros. No es sencillo reunir a dirigentes que defienden en general políticas comunes y que en particular defienden intereses cuasi corporativos. Los movimientos sociales muchas veces tienden a construir estructuras territoriales corporativas que tienen a veces como enemigo al otro movimiento social que disputa espacios comunes.

Esto es muy claro ahora con el tema de “Argentina Trabaja”, con las nuevas formas de organización cooperativa de trabajo; por un lado el movimiento Evita, por otro lado el movimiento de D`Elía, por otro lado otros movimientos sociales que no terminan nunca de cuajar en una política compartida. Y a su vez se encuentran con el problema de una relación de negociación con el Estado que, a veces, tienen como núcleo principal el engorde de la organización y no la repolitización de la propia baja en sustentación social. Este es un problema no menor. Creo que es muy difícil de resolver, porque los movimientos sociales heredan una forma de organización social que está por la negativa, pero vinculada a la desestructuración neoliberal de la política y del Estado.

Entonces allí entran en un tipo de conflictividad y de puja, que se parece más a una pelea por la repartija de prebendas que la construcción efectiva de un espacio común que finalmente pueda confluir en un proyecto compartido. Aunque todos genéricamente comparten ese proyecto, todos dicen ser defensores de los movimientos sociales más que de las políticas del Gobierno. Pero me parece que ahí hay un problema. Hay dirigentes muy interesantes, lúcidos, capaces y que son indispensables a la hora de imaginar un proyecto compartido. No es fácil compartir esos espacios de acercamiento y de restructuración. Creo que, desde la posición que defendemos en Carta Abierta, unos de los papeles más interesante es ser anfitrión de un espacio en el que puedan ir convergiendo todos aquellos que por sí solos no se visitan mutuamente. Nosotros venimos haciendo hace un tiempo reuniones interesantes, porque han venido dirigentes de los movimientos sociales, intendentes sobretodo del Gran Buenos Aires, que tienen posiciones que valen la pena, dirigentes de la CTA, de la CGT, algunos exponentes de grupos políticos y nuestra intención era también acercar a los compañeros como Martín Sabatella y otros del Partido Solidaridad. Nosotros tenemos allí un papel más fácil. Podemos ser anfitriones, podemos recibirlos, jugar un rol diferente porque no estamos disputando ni poder ni territorio. Por eso es una experiencia un poco rara, distinta a la de Carta Abierta, porque es un lugar en el que pueden participar las personas como individuos; nunca van como representantes ni de un movimiento social, ni de partidos políticos. En Carta Abierta hay gente que viene del PC, de la CTA, del PJ, del socialismo, pero dentro de Carta Abierta tienen nombre y apellido, dejan afuera su adscripción partidaria o movimientista y trabajan dentro de un espacio de debate de ideas y de esta confluencia de identidades que es el espacio popular. Esto nos permite poder invitar a todas estas expresiones político sociales a las que les cuesta mucho articular en común. Este es un momento para generar eso. Para posibilitar este tipo de iniciativa de unidad pensando a futuro.

_De aquí hasta el 2011, ¿qué peligros nos acechan?

_ El peligro está a la orden del día. Fogonear la inflación. La construcción de una política de precios regresiva por parte de las grandes corporaciones económicas. El papel de cierto sector del Poder Judicial que opera como chantaje sobre la propia democracia. El papel que sigue siendo muy duro de la corporación mediática. Pero estamos en una situación interesante, en la cual yo me mostraría entusiasmado y cautelosamente optimista. Hay que ver qué pasa, puede ser un capítulo histórico muy complejo si se llega a demostrar por vía judicial y de los análisis de ADN si son o no apropiados los hijos adoptivos de Herrera de Noble.

Ese es un paquete muy complejo, porque abre una historia que tiene que ver con las complicidades civiles, eclesiásticas, que tiene que ver también con la corporación mediática, con la estructura del engaño y la construcción del relato en Argentina. Pero Argentina es un país sorprendente. Cada día nos despertamos con un escenario que nos conmueve. Pero esto es infinitamente mejor que en los ´90. No nos olvidemos que en los ´90 estábamos en estado de desestructuración, en cambio ahora estamos reinventando. Hay debate, hay fuerza social que se está reconstituyendo, hay movilizaciones como no se veían en Argentina hace muchísimo tiempo, todo eso pinta un cuadro infinitamente más valioso que el anterior.

DR. FORSTER

Ricardo Forster es filósofo, ensayista y, formalmente, Doctor en Filosofía por la UNC. Actualmente, además de sus tareas como columnista en diferentes medios, es docente e investigador en la UBA. Entre otros, ha publicado: Crítica y sospecha. Los claroscuros de la cultura moderna, Mesianismo, nihilismo y redención (junto a Diego Tatián), Notas sobre la barbarie y la esperanza. Del 11 de septiembre a la crisis argentina y El laberinto de las voces argentinas.
ACERCA DE PINO

“Me parece que Pino Solanas ha asumido el discurso apocalíptico de Lilita Carrió. Creo que el Proyecto Sur y su potencial político da y daba para perfilar un lugar distinto. A mí no me parece mal que una fuerza política critique al Gobierno. Que lo haga posicionándose en algunas zonas que considera imprescindibles. Lo que me parece insostenible e inaceptable es la caracterización que hace Solanas de toda la experiencia del kirchnerismo como una impostura, su reducción a un neomenemismo enmascarado.

Creo que allí hay un desconocimiento salvaje de la realidad argentina, ahí sí termina siendo asociable a una visión compartida con aquellos que buscan la restauración conservadora. Creo que la corporación mediática entendió que Pino Solanas puede ser útil para proyectar una oposición que no pone en entredicho el poder en la Argentina, que le hace cosquillas y que termina siéndole necesaria y útil al demostrar que por izquierda crece también una oposición fuerte al Gobierno. Insisto, allí hay compañeros muy valiosos y experiencias que sería bueno poder recuperar, abrir un diálogo, discutir a fondo, pero veo que es bastante difícil por el tipo de discurso que sus dirigentes han venido asumiendo. El otro día lo escuchaba a Solanas con Nelson Castro y realmente daba dolor de estómago, porque el discurso es el viejo discurso de un porteño canchero que hace guiños desde una lógica que tiene algo de imposible”.

1 comentario:

  1. Excelente nota, clara y visionaria como todo lo del Dr. Forster. Con un lenguaje que tiene llegada a distintos sectores sociales de nuestro pueblo y no sólo dirigido a intelectuales. Gracias

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