LA ALEGRÍA PERONISTA

viernes, 22 de octubre de 2010

EL KIRCHNERISMO NO SE MANCHARÁ LAS MANOS DE SANGRE NI SE SALPICARÁ POR MANOS AJENAS





de Eva Row

Posted: 21 Oct 2010 09:14 AM PDT


EL GOBIERNO NO TIENE QUE ESPERAR A LA JUSTICIA PARA RESPONSABILIZAR DEL CRIMEN PRIMERA INSTANCIA A LA PATOTA SINDICAL DE LA UNIÓN FERROVIARIA

La manifestación del PO apoyando la causa de los obreros tercerizados, fue "corrida" por una patota salvaje que proviene de las filas sindicales. Punto.

Aunque el asesino del compañero militante Mariano Ferryra fuera un infiltrado, el marco para el asesinato fue el patoterismo sindical, capaz de emprenderla brutalmente contra compañeros del mismo gremio, después de no haber representado desesperados reclamos de trabajo. Enmarcado en la legalidad, el trabajo tercerizado desespera a los trabajadores.

La patota sindical de la Unión Ferroviaria ya puede considerarse homicida culposo, no hay nada que esperar. El que maneja un auto y mata sin intención comete un homicidio culposo, del mismo modo que el que habilita una reyerta donde un asesino queda cubierto.

El Partido Obrero responsabiliza al Gobierno de la existencia de una zona liberada por la Policía. Es una acusación endeble, dentro de todo, porque nadie se la puede creer, sabiendo cuánto este gobierno se cuidó de que la Policía no interfiera en el derecho a la manifestación popular.

Es el momento de que el gobierno sea más papista que el Papa, levante los reclamos de los tercerizados como demandantes legítimos, y señale con el dedo acusador a los patoteros cuya verdadera intención es poner ruedas al Gobierno popular.

El Gobierno no puede continuar el diálogo con el representante de la Unión Ferroviaria, que carga con un muerto, ya sea directo o propiciado por sus violentos patoteros. Debe despegarse ya y acusar como primer cómplice al responsable de la patota. No tiene nada que esperar. No tiene tiempo que perder.



La historia del kirchnerismo es corta en tiempo pero lo suficientemente larga para mostrar que no se manchará de sangre las manos, ni se salpicará por manos ajenas.

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