LA ALEGRÍA PERONISTA

domingo, 12 de septiembre de 2010

Los “chicos” y los grandes. Y los estúpidos



Por Orlando Barone Hawking | Rosa Montero | Glucksmann | Pandas
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Dios no creó el Universo.Lo dice el científico inglés Stephen Hawking, quien le atribuye esa creación a las leyes de la física. Al Big Bang. ¿Entonces quién creó el Big Bang? ¿Y quién al que creó al Big Bang? En cambio, cada vez hay más certezas acerca de cómo y quiénes crearon Papel Prensa. No nació de un repollito de Bruselas. Pero sus creadores, con tal de negarlo, son capaces de decir que nunca pudieron ser ellos porque son estériles y disfuncionales. Por los descendientes tardíamente reconocidos que tienen en las bancas opositoras del Congreso, han conseguido algún tipo de procreación en cautiverio, como los Panda.

Los estudiantes que en estos días ocupan los colegios de la ciudad sí que nacieron naturalmente. Nacieron del precedente período de desnaturalización que desvaneció a toda una generación -o a dos- de conciencia política. Lo que sorprende de esos “chicos” a los adultos es que sean vivarachos y estén tan comprometidos con la política. Se les llama “chicos”, como si esa calificación tuviera un objetivo más tranquilizador o más inocuo que decirles estudiantes, alumnos o jóvenes. A lo mejor estos últimos sustantivos sugieren una madurez más pensante y riesgosa. “Chicos”, aparte de demagógica suena menos ideologizada y menos militante.

Bueno, los “chicos” están grandes, ¿no? A veces se agrandan más que lo que su tamaño recomienda, y muerden a diestra y siniestra. Entonces, si la Presidenta los apoya, salen a decirle que no los manipule ni los estafe. El riesgo no es que no les guste Macri, el destinatario básico de su disgusto; sino que no les guste que les guste algún gusto. Para ser justos se sabe que los “chicos” okupas de los colegios quieren cosas: sean calefactores o sean letrinas. Aunque a lo mejor tienen pendiente otra hambre no explicitada en el aperitivo. Hasta ahora han conseguido estar en la escena manteniendo una interesante performance con el periodismo y los medios prejuiciosos. Y han conseguido ir torciendo a su favor lo que al principio fue una condena moral por perder días de clase y por reclamar una estufita. “Si nosotros antes tiritábamos de frío en las aulas y nos salían sabañones”.

Hay adultos -el periodista Eduardo Feinmann no lo desmiente- que lo que tienen chico es el pensamiento. Ahí se lee lo que dice Marcos Aguinis que debe ser lo que piensa: “Kirchner es un progresista, claro. Basta observar cómo ha progresado su patrimonio (…) Hoy el mayor monopolio de prensa está en manos de la pareja presidencial.” André Glucksmann, al pensar acerca de ideologías, dejó escrito lo siguiente: “Si la estupidez no se diera aires de inteligencia, no engañaría a nadie”. De lo que se infiere que la estupidez engaña. Pero en el caso de Marcos Aguinis eso no se cumple. Entonces, o él no cultiva la estupidez o ha descartado toda idea de presumir de inteligente.

Está el caso de otra intelectual de la Madre Patria: Rosa Montero. Novelista de nota y jurado de los Premios Literarios del diario Clarín. En su columna del diario El País titulada “Miedo” escribe: “En la hermosa Argentina, en cambio, tienen una policía aterradora. Todos sabemos de los excesos del Gobierno de la siliconada Kirchner (su acoso a los periódicos, por ejemplo), pero estos polis de película de terror pueden dar una idea aún más precisa del nivel de abuso, del deterioro democrático al que están llegando. Cuando la justicia flaquea engorda el miedo”. Demasiada lectura de medios hegemónicos por la red pueden causar achicamiento de perspectiva. O mezcolanza de datos y de lugares comunes.

Sólo le faltó decir lo que sí dijo Aguinis, ya desalentado de presumir de inteligente. Dijo: “La pobreza, para este gobierno progresista, es una cantera de votos”. Lo dijo en El Cronista, el diario de Francisco de Narváez, quien el año pasado cosechó los votos en el citado reservorio. Ah, gracias a Rosa Montero por atribuir a la Argentina el calificativo de “hermosa”. Aunque esto fue antes de los goles de Messi, Higuain, Tévez y Agüero en la cancha de River.

Pero el filósofo Glucksmann es francés y se ha empeñado en fundamentar el título de su libro La estupidez. No le basta con el título. Y escribe: “La satisfacción de engañarse a sí mismo es lo que derrota a la inquietante felicidad del estúpido. Un asno, quiérase o no, no sería capaz de ello porque no acumula sobre su lomo los fardos que siente no podrá soportar”. No quisiera ser la prueba de lo que dice Glucksmann pero es inquietante saber cómo puede llevarse, sin darse cuenta, la mayor carga de estupidez.
Esta idea se me ocurre viendo la felicidad de la oposición en el Congreso. Micrófonos y grabadores disponen de a montones.

Hablando de sonoridad: en el estadio de River se está probando la vibración del cemento para constatar el efecto ambiental durante los megaconciertos. En la Bombonera es distinto, eso no podría hacerse porque la cancha no vibra, late. Para entender la sensibilidad de la Bombonera habría que apoyarle la oreja. Según Borges, Macedonio Fernández decía que si se apoyaba el oído en la soledad de la Pampa se podía escuchar el Universo. Eso sucede en Boca. En las bancadas opositoras del Congreso, no. Sólo puede escucharse un desafinado concierto de desconciertos. Se fatigan proponiendo alianzas a la mañana que se “desalianzan” a la tarde. Y hay candidatos que dicen cada cosa.

No me voy a ensañar con los obvios. Pero los voy a sorprender con Ricardo Alfonsín en la entrevista que le hizo Gerardo Rozín en su programa de televisión. Al final, sin perder su gracejo campechano y feliz, el hijo del padre dijo como al pasar: “Y bueno, hay necesidades más acuciantes que el fútbol para todos. No estaría mal que el fútbol por televisión costara un poquito, ¿no?”. No se atrevió a decir cuánto de poquito. Y lo dijo en tono bajito. Como quien quiere decirlo pero en circuito cerrado. Vaya a saberse para qué público.

Un periodista de nombre Tomás Linn, uruguayo, firma un texto que reprodujo el miércoles La Nación. El original fue publicado -se anuncia- en el “prestigioso semanario Búsqueda”. Empieza diciendo: “Uruguay tiene la ventaja de ver cómo sus vecinos se anticipan a tropezar en sus errores. Eso ayuda a evitarlos”. Así cualquiera. Ahora, por ejemplo, al ver el error de los estudiantes argentinos haciendo paros, él en Uruguay los evitaría. La nota sigue: “Pero el matrimonio Kirchner superó lo previsible. Paso a paso, se acercan a esa línea que separa a un Estado de Derecho de uno que no lo es.

Ambos provocan, enardecen y mantienen al país en constante crispación (…) Nada de lo que haga el actual gobierno argentino es bueno”. Copión el Linn éste. No puede eludir la crispación. No se sale del molde, y eso que es uruguayo y podría aspirar a ser un opositor más original. Pero si lo fuera, no le publicarían la nota en la Argentina. Que Dios no creó el Universo, a lo mejor es científico. Pero creó a sus opositores para poder divertirse.


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