No la conozco; apenas la entreveo en una imagen fotográfica de grupo ya vastamente difundida. Seguramente a esta altura de la crónica su visualización se habrá ido propagando como un caramelo derretido sobre un plano inclinado. Agustina está en boca de todos. Y es probable que le sobren ofrecimientos literarios, teatrales y botineros. Ocurrió lo siguiente: el incorregible Lucas Carrasco, periodista y bloguero cerril y no de rebaño, corroído por la pasión y los celos escribió en su blog este mensaje entre desopilante, descalificatorio, críptico y desmesurado: ¡Ay, Lucas Carrasco, qué travesura cometes! Por tu culpa editores de rango del diario Clarín como Kirschbaum y Roa, dedicaron sendas editoriales para acusarte de amenaza “kirchnerista” letal y atacante de la libertad de prensa. Pablo Sirvén no debe ni salir de la casa, aterrado. Como tocados por esa baba de miedo que el asustado Leuco propagó desde su tribuna de doctrina, colegas igualmente notorios e igualmente hegemónicos e igualmente opositores al Gobierno, se pusieron de su lado, advirtiendo a los Tribunales de la Tierra y de Dios del peligro bloguero que los acechaba. Con “ése” sí. Porque los acecha la muerte. Y el peligro sos vos, Lucas Carrasco, que munido de una metralleta ibas a hacer tronar el escarmiento a esos colegas desprotegidos. Salvo por la SIP, por los foros patronales de prensa, por los mejores auspiciantes y por sus millones de admiradores. Y, para no ser menos -faltaba más-, desde los bandos legislativos opositores también se solidarizaron con la presunta víctima del inminente magnicidio: Leuco. Y todo por esa Agustina tan bella y casquivana que incendia el corazón de paja de un bloguero rendido y sin esperanzas. Cómo es posible que colegas tan corajudos que cada día se enfrentan a un gobierno totalitario y represor lean en tu mensaje de amor hacia Agustina una amenaza a la libertad de prensa. La sátira, la ironía ni el humor negro conjugan con su razonamiento. Es tal su patología antikirchnerista que si, en una rueda de prensa, el perro de Cristina muerde a un periodista van a presentar la denuncia a Robert Cox, a Norma Morandini y a Mirtha Legrand, ésta ya advirtió que tiene miedo de que los mozos de los bares sean espías kirchneristas. También lo es Leuco. Les cuento algo y tengo testigos: el juez Baltasar Garzón es uno de ellos, estaba en la cabecera de la mesa. En una comida organizada por la Universidad de Quilmes, en vísperas de las elecciones de 2003, a los postres se jugó a votar entre los pocos periodistas invitados: Leuco votó a Kirchner; Magdalena Ruiz Guiñazú, también. Escuchen esto que dijo Leuco con voz tocada por el laúd de los funerales. No lean, escuchen: Magdalena Ruiz Guiñazú en dupla fraterna con el inminente mártir cordobés decía atribulada: “A todos nos sorprende además, que una persona como este… así llamado periodista Lucas Carrasco en su blog personal prometa ir con una ametralladora al canal donde vos trabajás, a matarte”. Magdalena, más ponderación. Matar es un verbo que exige evaluar el tono de voz. ¿Y Agustina? Vaya a saberse. La bella más bella va a encontrar su lugar. Pero Lucas Carrasco la perdió definitivamente. No se juega con el amor en un blog. Lucas, lo único que puede redimirte es que cumplas tu promesa. |
Porque la Historia se desbocó en sus 31 días y en vez de caminarlos en punta de pié los cabalgó al galope tendido y sin rebenque. Porque es un mes paradigmático y nosotros somos sus descendientes. Algunos tratamos de merecerlo.
lunes, 27 de septiembre de 2010
El asesino, la bella y el mártir
Por Orlando Barone Bloguerías | Miedosos | Sacerdocio
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