LA ALEGRÍA PERONISTA

martes, 20 de julio de 2010

ENTREVISTA: NICOLAS CASULLO

“La desintegración cultural aún no ha terminado” en Argentina

El escritor destaca las contradicciones de los argentinos, que oscilan entre la aceptación conservadora de las “tormentas de la historia” y la resistencia y protesta ante la violencia o la pobreza. Y critica duro a los medios: “A mayor llegada,
mayor barbarie informativa”.

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La crisis cultural que vive el país es de una profundidad inédita, que se suma a nuestra condición histórica. Somos este borde del mundo, donde aprender las cosas fue siempre entender todas las lejanías e inventar todas las cercanías. Juego del espacio y del tiempo que nos devuelve siempre un rostro inacabado”, expresó Nicolás Casullo en un intento de arrimar alguna respuesta a la pregunta: ¿qué piensa el argentino de sí mismo?
“El argentino es contradictorio –afirma–, porque pareciera ser que, por un lado, tiene un fondo conservador en relación a soportar las tempestades de la historia –entiéndase muerte, violencia, desastres económicos– y, por el otro, muestra facetas de resistencia, de protesta, de enfrentamiento y de no aceptación ante situaciones de violencia, miseria y pobreza como las que ocurren a diario en Capital Federal o en el Gran Buenos Aires”.
–Una violencia cada vez más barbarizada...
–Desde hace treinta años la sociedad argentina viene signada por violencias que no ha podido elaborar adecuadamente y que aún permanecen en su memoria de manera consciente. Lo contemporáneo argentino está absolutamente atravesado por una violencia extrema que se perpetúa con otros signos. En primer lugar, con una memoria permanente sobre lo acontecido que hasta el momento no ha encontrado ninguna solución y en segundo término con memorias sociales donde evidentemente la injusticia, la falta de equidad, la pérdida de posibilidades de una vida digna va gestando diversas formas de resentimientos que desembocan en violencia.
–¿La evidente desintegración cultural favorece esta situación de violencia?
–La desintegración cultural todavía no ha terminado. La Argentina ha perdido mucha sabiduría sobre sí misma y ha agudizado la incorporación de enfrentamientos de manera inesperada. En ciertos sectores del país, el peronismo y el antiperonismo están en constante pugna, lo que indica que no existe una renovación ideológica sino por el contrario es una acentuación de fantasmas y espectros de otras épocas.
–Parece ser que la reivindicación sobre los años ’70 que hace el presidente Kirchner ha provocado la aparición en escena de militares y civiles que apoyan el terrorismo de Estado como nunca antes había sucedido en veintitrés años de democracia.
–La cuestión de los años ’70 se convirtió en una muletilla de la derecha tratando de buscar algún tipo de conflicto. En realidad lo que se está discutiendo es lo que tantas veces se planteó respecto a la abdicación de Alfonsín con las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, que el menemismo simplificó con el indulto. La sociedad argentina no podía avanzar en términos éticos, morales y culturales ante la muerte serial y el exterminio de personas que llevaron a cabo los militares.
–Para algunos sólo se trata de una actuación de Kirchner.
–Cuando el presidente aparece tratando de resolver de manera drástica la cuestión de los militares puede ser que se trate de una actuación o hiperactuación de su parte. Pero cuando evidentemente acontece, se está tocando un nudo difícil donde anida el corazón de la tragedia argentina. Meses atrás muchos eran los que opinaban que los planteos del gobierno de Kirchner respecto a los derechos humanos eran una cuestión decorativa, fácil en términos demagógicos, y que lo más trascendental era lo que sucedía en materia económica y social. La respuesta es que los derechos humanos no son cuestiones decorativas o gratuitas. Es evidente que el reinicio de los juicios a militares toca de manera concreta el corazón de nuestra historia. En este sentido, la Argentina es un país fantasmal, sórdido y siniestro.
–Esta situación se agravó, sin duda, con la desaparición de Jorge Julio López, testigo del juicio a Etchecolatz.
–La desaparición de López es el acontecimiento más grave en tiempos de democracia, porque trae a escena la violencia en su estado de criminalidad e impunidad absoluta.
–¿Qué opinión le merece la postura del gobierno ante este lamentable hecho?
–El gobierno tendría que haber convocado a todas las fuerzas políticas democráticas en un gran acto, una gran marcha a la manera de José Luis Rodríguez Zapatero inmediatamente después de los atentados terroristas en España.
–¿Por qué el gobierno no se decidió por una convocatoria de ese tipo?
–Habría que analizar si la oposición hubiera aceptado la convocatoria. La oposición es exactamente funcional a las modalidades de Kirchner. Por ejemplo, cuando se difundió el paso de Juan José Alvarez por la SIDE durante la dictadura, la oposición manifestó que eso no era importante sino que lo fundamental era saber quién había dado a conocer el legajo o cómo se había filtrado la información que acreditaba que Alvarez había sido miembro del servicio de inteligencia argentino. En el caso de López, la oposición apunta a que el testigo no fue cuidado lo suficiente.
–¿Se han acortado las distancias entre los medios de comunicación y los intelectuales ?
–Así es. En los últimos quince años el intelectual que opina, critica y analiza es una presencia constante en los medios escritos, radiales y televisivos. Desde distintos posicionamientos, el intelectual es una voz que se ha incorporado en los medios favorecido, en parte, por la crisis de lo político y esto, de algún modo, le hace perder trascendencia a la palabra del político. La caída de De la Rúa demostró que no sólo estaba en crisis el mundo político, sindical y empresarial sino también los intelectuales. Los intelectuales tampoco habían tenido lecturas afiatadas sobre lo que acontecía antes de la debacle.
–En su momento algunos intelectuales resaltaron la trascendencia de los cacerolazos y asambleas.
–Las lecturas que se hicieron acerca de la importancia que tuvieron los cacerolazos y las asambleas fueron totalmente equívocas. Los cacerolazos y las asambleas pasaron rápidamente al olvido. La fraternidad entre sectores medios y los más sumergidos se perdió en forma inmediata.
–Se dice que el gobierno carece de una buena política cultural.
–Es cierto, la política cultural de este gobierno es una pata floja, exceptuando la Biblioteca Nacional. No se toma plena conciencia de que hoy por hoy la cultura es la forma de hacer política. La cultura no es un espacio que tenga que estar al costado sólo dedicado a las bellas artes. Esto lo podemos observar cuando las estéticas son negativas como sucedió el 17 de octubre. Creo que el gobierno no ha entendido la posibilidad de una dinamización, un apoyo y una fortaleza en lo cultural más allá del importante avance que se ha hecho en materia presupuestaria en Educación.
–Usted hace hincapié en la irresponsabilidad del periodismo de gran audiencia...
–Se habla de la corporación del sindicalismo, de la corporación política y de la corporación religiosa, pero existe una corporación peor a todas éstas que es la periodística. El periodismo de gran audiencia, el periodismo de horario central es un periodismo afásico, torpe, alarmista, que busca el impacto y pretende imponer la agenda del día. Este tipo de periodismo es una presencia absolutamente nociva. Es una corporación que se cree dueña de la libertad y les hace vivir diariamente a los argentinos situaciones alarmistas y de desasosiegos y a los pocos días olvidarse de lo que dijo. Para poner un ejemplo, el asalto de 30 personas a la puerta de la Legislatura porteña, a mediados de julio de 2004, pudo haber sido una noticia de unos pocos minutos, por la cantidad de gente que participó del hecho. Se convirtió en una noticia que duró seis horas con un despliegue impresionante porque el tiempo massmediático está desfasado de la realidad política concreta. En directo y por televisión se generó una atmósfera donde parecía que la Argentina estaba en un estado de caos total.
–¿Los medios de comunicación representan la opinión de la gente o sólo los conducen hacia donde ellos quieren?
–Son una mezcla. Algunos medios de comunicación representan el sentido común más pernicioso de la Argentina. Son representativos no tanto porque estudian acabadamente lo que hay que decir sino porque representan de manera espontánea (en el caso del jefe y secretario de redacción, anunciante y movilero, que es el peor de todos) una especie de sentido común cualunquista, hasta diría de corte fascista. Desde ese punto de vista, representan en parte a la sociedad y al mismo tiempo la desasosiegan permanentemente porque en el afán competitivo con los otros medios no trepidan de decir, hacer y plantear cosas exacerbadas. Esto no quiere decir que no tengan también una enorme capacidad de representar a la sociedad, porque no están hablando desde Marte sino que están hablando y haciendo presente a la sociedad argentina. En el periodismo de masas audiovisual cuanta más audiencia tiene el medio menos reflexión, análisis, formación y educación de la audiencia. Por lo tanto, a mayor capacidad de llegada del medio, mayor barbarie informativa.
–¿Kirchner puede encabezar un posperonismo?
–Desde un principio se podía haber interpretado y leído que estaba en esa búsqueda. Precisamente el Frente para la Victoria fue claro ejemplo de ello: me llevo lo mejor del peronismo (una acción que no es nueva en este movimiento) y además me articulo con otras fuerzas políticas. Por otra parte, es notorio el agotamiento del peronismo después del gobierno de Menem y de otras variables que se sucedieron en los últimos años. El peronismo tiene una forma de decadencia o agotamiento diferente a la de otros partidos, sin embargo continúa siendo la opción electoralmente triunfadora.
–Es decir que lejos está Kirchner de formar un nuevo peronismo.
–Muchas de las aspiraciones del kirchnerismo en poder avanzar en una suerte de posperonismo se frustraron porque debieron adaptarse al peronismo histórico. Esto, según las encuestas, le significa a Kirchner el 55%de apoyo en vista a las elecciones del próximo año. Es difícil pensar que este armado se quiebre porque no sería negocio para Kirchner y, sobre todo, porque ganar en primera vuelta es fundamental para ejercer con autoridad un país tan difícil como la Argentina.

Reeditan la novela “subversiva”

Casullo se muestra exultante ante la reedición de “Para hacer el amor en los parques”, novela publicada en diciembre de 1970 y prohibida por “subversiva e inmoral” a fines de enero de 1971 por el presidente de facto Juan Carlos Onganía.
Era la primera novela que publicaba aquel joven de 25 años, militante peronista, que en 1967 había decidido irse a París para conocer “cómo son las cosas en el mundo verdadero” y que, unos meses después, fue testigo de la rebelión juvenil conocida como Mayo Francés.
“Es una novela o documento de época –explica Casullo– que va de 1968 a 1970, que hoy puede servir para leer lo que eran ciertas objetividades culturales, ideológicas, artísticas y universitarias de una clase media que deambulaba por Buenos Aires desconcertada, pesimista en cuanto a los destinos del país y agobiada por una dictadura, la de Onganía, que desplegó una violenta represión en todas las áreas de la sociedad. El libro muestra una época previa a lo que posteriormente se denominó la nacionalización y la politización de los sectores medios”.


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