LA ALEGRÍA PERONISTA

sábado, 26 de junio de 2010

“Menem o De la Rúa no hubieran concitado esa movilización popular”

“Menem o De la Rúa no hubieran concitado esa movilización popular”
Por Manuel Barrientos El historiador Norberto Galasso analiza aspectos de la Revolución de Mayo, de los festejos del Bicentenario y del escenario político actual
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Con una mirada crítica y una perspectiva latinoamericana, el historiador Norberto Galasso analiza en su libro Verdades y mitos del Bicentenario, publicado por la editorial Colihue, las interpretaciones que construyeron las distintas corrientes historiográficas sobre la Revolución de Mayo de 1810, desde la historia oficial de Bartolomé Mitre hasta la “historia social” de José Luis Romero y Tulio Halperín Donghi.
A partir de una posición que reivindica las posiciones de Juan Bautista Alberdi, Manuel Ugarte y José León Suárez, entre otros, apunta a rescatar el carácter decisivo de la intervención popular en los sucesos de Mayo y demostrar que la Revolución fue parte de un proceso hispanoamericano, que se inició con el estallido de las Juntas en España, en 1808, luego de la invasión del ejército napoleónico.
En la entrevista, el historiador también pone de manifiesto su mirada política sobre los festejos del Bicentenario organizados por el Gobierno y evalúa las posibilidades de la centroizquierda de reconstruir sus fuerzas en la Ciudad de Buenos Aires, planteando críticas a las últimas posturas de Proyecto Sur y al modelo de construcción política del Frente para la Victoria porteño.

¿Cuál fue la verdadera dimensión de la presencia popular durante los sucesos de Mayo de 1810?
El historiador Roberto Marfany asegura que el pueblo no tuvo ningún protagonismo y que participaron sólo 1.097 personas, como si hubiera podido contar la cantidad de asistentes. Pero aun en ese caso, en una Ciudad de Buenos Aires que no tenía más de cincuenta mil habitantes, hoy representaría una manifestación de cien mil, 150 mil personas. Hay testimonios de que había agitadores en la plaza, como el cartero Domingo French, el empleado público Antonio Beruti y el tipógrafo José Donado. Es el pueblo de esa época el que participa. Y el pueblo eran españoles o hijo de españoles. No se puede exigir la participación de la mujer o de las comunidades originarias, por ejemplo. Para juzgar los acontecimientos hay que ubicarse en el espíritu de la época.
¿Por qué sostiene que la de 1810 no fue una revolución antiespañola?
Entre 1810 y 1811 se abren procesos revolucionarios en distintas capitales de Latinoamérica y en todos se jura por Fernando VII, quien era visto como el posible líder de la regeneración española. Así que no se trata de una “máscara” para encubrir los verdaderos propósitos independentistas, como señala la historia mitrista, sino por una lucha más amplia por nuevas ideas que tenían una influencia decisiva de la Revolución Francesa. José de San Martín pregonaba el “evangelio de los derechos del hombre” y percibía esa lucha en las Provincias Unidas, en Chile, en Perú, pero también en las Juntas que estallan en España a partir de 1808. En Perú sanciona una serie de disposiciones similares a las de la Asamblea del Año XIII, como la quema de instrumentos de tortura, el fin de los títulos nobiliarios, la libertad de vientres y, en algunos casos, la liberación absoluta de los esclavos.
El 26 de mayo último, la Cámara de Diputados rindió un homenaje a Mariano Moreno, en el que coincidieron oficialistas y opositores. ¿Cómo explica ese consenso?
Bartolomé Mitre considera a Moreno como la figura central de la Revolución de Mayo, pero por las ideas que expresa en La representación de los hacendados, en 1809. Y supongo que Federico Pinedo piensa que Moreno es aquel que reivindica el comercio libre. Nosotros hicimos una experiencia interesante en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Pedimos el libroLa representación de los hacendados. Su ninguna influencia en la vida económica del país y en los sucesos de mayo de 1810, que escribió Diego Luis Molinari, en 1914, y cuya segunda edición es de 1939. ¡Y las páginas estaban cerradas! ¡Nadie lo había consultado! Molinari sostiene que La representación de los hacendados fue un alegato jurídico que no trascendió al pueblo y que no generó un debate público. Manuel Moreno recién lo publicó un par de años después de la Revolución. Pero Mitre quería legitimar su política de libre importación y, por eso, reivindicó a Bernadino Rivadavia y a ese Moreno. Nosotros tenemos otra perspectiva.
¿Cuál es el Moreno que usted reivindica?
Es el Moreno del Plan de operaciones, que ellos nunca pudieron digerir, porque la copia del plan apareció después de que Mitre había exaltado al Moreno de 1809. El Plan de operaciones da una respuesta a los países periféricos, que no tienen un empresariado capaz de construir industrias de base. Entonces, Moreno busca reemplazar esa burguesía inexistente con la acción estatal y, como el Estado no tiene capitales, expropia. Ya en el gobierno, crea las bases de fábricas estatales de armas, de pólvora y puñales en Córdoba, en Tucumán y en Buenos Aires. También plantea la creación de una casa de seguros de carácter estatal. Además, envía a Juan José Castelli al Norte, a Manuel Belgrano a Paraguay y otorga un rol central a las acciones de José Gervasio Artigas. También plantea difundir las ideas revolucionarias en Rio Grande do Sul, para sublevar a los esclavos. Es decir, tiene la idea de ampliar la revolución. Percibe que si la revolución se insulariza, tiene la posibilidad de ser derrotada.
¿Cómo analiza la masividad que tuvieron los festejos por el Bicentenario?
Fue una expresión popular formidable, que destruyó muchos mitos que se querían instalar desde los grandes medios, como que había una sociedad crispada porque Kirchner había fomentado la confrontación y que las movilizaciones populares se convocaban sólo sobre la base de choripanes. Pero participó una multitud y no hubo incidentes ni agresiones.
¿Qué cambios pueden generarse en el escenario político?
Algunos sacaron la conclusión exagerada de que esa multitud era kirchnerista. Creo que la conclusión es que ese mundo no es antikirchnerista. Los gobiernos de Carlos Menem o de Fernando de la Rúa no hubieran concitado esa movilización popular. Participaron muchas personas independientes, que tienen sus dudas, pero que estaban contentas con el festejo. Eso habla de un pueblo que está en una búsqueda que quiere protagonizar e intervenir, y que está mucho más allá de sus dirigencias políticas, especialmente las opositoras; aunque Cristina Fernández me parece un cuadro político formidable.
¿Qué posibilidades tiene el kirchnerismo de realizar una buena elección en la Capital Federal, en 2011?
Disiento un poco con el método de construcción, el Frente para la Victoria, hoy, no tiene una vida política en la Capital. No se pueden abrir locales dos meses antes de las elecciones para repartir boletas y tener padrones. Así vamos mal. Hay que empezar a trabajar ahora. Un amigo me dijo que Néstor Kirchner, en Santa Cruz, construyó por arriba, porque no puede haber una militancia de base en una provincia que tiene un habitante por kilómetro cuadrado. Entonces, tiende a hacer acuerdos de cúpulas, que a nivel nacional no resultan del todo satisfactorios.
¿Qué estrategias deberían trazarse?
Acá es necesario hacer un trabajo de base. Hay que darle respuesta al hombre que recibió una Asignación Universal por Hijo pero después vio que los precios aumentaron. Hay que darle explicaciones, decir que los mercados están concentrados, que la oferta no aumenta. Y esa discusión no sólo hay que darla en los programas periodísticos, hay que debatir también en los barrios, con el hombre que no tiene tiempo y no lee los diarios.
¿Qué viabilidad hay para trazar alianzas con otras fuerzas de centroizquierda, como Proyecto Sur?
Ellos tenían la oportunidad extraordinaria de plantear que no son kirchneristas, pero que sí reconocen algunas medidas positivas del Gobierno y, por lo tanto, demandan que se profundicen esas medidas. Y si el Gobierno, en el mediano plazo, no avanza en esos cambios, entonces ellos se transformarían en la organización política de reserva que puede reemplazar esa frustración. Sin embargo, han tomado la actitud de enfrentarse al Gobierno y aliarse a sectores lamentables de la oposición. A Pino le pueden dar la Comisión de Minería en Diputados pero, en el mismo acuerdo, la Comisión de Agricultura quedó en manos de la Sociedad Rural. Y no creo que los radicales o socialistas de derecha, como Rubén Giustiniani, acompañen los proyectos que tiene Pino. Me sorprende que tomen esa posición, no tanto Pino, que es un director de cine, pero sí otros hombres que lo acompañan y que tienen mucha experiencia de lucha. Se equivocan, porque es una oportunidad histórica excepcional para la Argentina y América Latina.

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