LA ALEGRÍA PERONISTA

miércoles, 8 de abril de 2009

G-20: el mundo no está en orden



BUENOS AIRES ECONÓMICO

por WALTER GOOBAR

08-04-2009

La muerte del ex presidente Raúl Alfonsín relegó a un segundo plano la cumbre de los veinte países más industrializados y emergentes (G-20) celebrada en Londres.
Ahora, la víspera de la Semana Santa, recuerda que ni la casa ni el mundo están en orden.

Las turbulencias financieras internacionales comienzan a devorar las bases de la economía mundial. Son las consecuencias lógicas de una cumbre que tuvo efectos cosméticos pero que no abrió ninguna puerta al futuro porque no tuvo en cuenta el papel que juegan los Estados Unidos, epicentro del desastre, sobre el comercio, el crédito y el dólar.

El reemplazo del dólar como patrón de moneda del mundo debió ser una cuestión para el G-20, pero no hay un solo indicio de que el cónclave haya tomado en cuenta la propuesta china de establecer una moneda alternativa para el comercio mundial.
En ese sentido, una señal prometedora fue la decisión china de comerciar en moneda local –como lo hacen la Argentina y Brasil–, para lo cual ya firmó un acuerdo formal con el Gobierno, justamente porque tiene reservas e inversiones en dólares. Al fin y al cabo, el dólar se sostiene porque todo el mundo, que ahorra en dólares hace fuerza para que las reservas no queden licuadas.

Entre tantos absurdos, los países del sur que son prestadores netos respecto del norte, en primer lugar los Estados Unidos, con una deuda externa total de más de u$s6 billones (el doble de la deuda externa de todo el Tercer Mundo). Sin embargo, los bancos centrales de esos países compran bonos del Tesoro del jaqueado Estados Unidos.
Otro tema cuidadosamente obviado es el del Fondo Monetario Internacional (FMI), fundado después de la Segunda Guerra Mundial para un mundo que era totalmente distinto al actual.

En forma simultánea pero independiente del G-20, el presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Miguel d’Escoto, convocó a una reunión general de jefes de Estado para el próximo mes de junio y pidió al economista Joseph Stiglitz que presida una comisión de propuestas para responder a la crisis global. Las soluciones que se proponen no son apropiadas, demasiado tímidas, pero tendrán el mérito de ser objeto de discusión en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Mucho antes de la clausura de la cumbre de Londres ya se podía adivinar que el G-20 no estaría a la altura de las circunstancias. Es que el G-20 no se organizó con el objetivo de aportar soluciones, sino que se convocó de apuro en noviembre del 2008 para salvar la cara de los poderosos y tratar de rellenar las brechas de un capitalismo en plena crisis. Por lo tanto, era imposible que adoptara medidas suficientemente radicales para invertir la tendencia.

Se le pidió a la opinión pública que mirara en dos direcciones que sólo sirven de chivos expiatorios para canalizar la furia de millones de ciudadanos: los paraísos fiscales y las remuneraciones de los directivos de las grandes empresas.
Por supuesto que hay que abolir los paraísos fiscales, pero ellos no fueron los que desencadenaron la crisis. La burbuja financiera estaba en manos de bancos y entidades reguladas, al menos en teoría.

Para abolir los paraísos fiscales bastaría con prohibir a las empresas y a los residentes tener activos o mantener relaciones con asociados establecidos en paraísos fiscales.

Los países de la Unión Europea que funcionan como paraísos fiscales (Austria, Bélgica, Reino Unido, Luxemburgo…) y Suiza deben levantar el secreto bancario y poner fin a su práctica escandalosa. Pero ésta no fue la orientación tomada por el G-20: serán sancionados algunos casos emblemáticos, se pedirá que estos países tomen medidas mínimas, y se publicó una lista negra de territorios no cooperativos depurada con sumo cuidado (la city de Londres, Luxemburgo y Austria no figuran en esa lista).

Por otra parte, las remuneraciones de los directivos de las grandes empresas, que incluye a paracaídas de oro y bonus diversos, son realmente vergonzosas. Pero ellos continúan reclamando lo que se les debe. El G-20 sólo intentó regular estas remuneraciones, y esto durante un corto tiempo. Lo que no se ha tocado es la propia lógica de todo esto.

Más allá de los paraísos fiscales y de los súper bonus de los ejecutivos, para quienes tampoco se han especificado las eventuales sanciones, los países del G-20 seguirán reflotando los bancos. El FMI, a pesar de su descrédito y deslegitimación, ha sido colocado de nuevo en el centro del juego político y económico gracias a un aporte de fondos que se producirá desde ahora hasta el año 2010. Un pequeño retoque cosmético para un planeta en ruinas.

En ese sentido, el G-20 vigilará para que se preserve lo esencial de la lógica neoliberal. Los principios son de nuevo apuntalados, aunque su fracaso esté claro. El G-20 reafirma su apego a una economía mundial abierta basada en los principios del mercado Por lo tanto, su sostén al dios mercado no es negociable. El resto es palabrería.

No hay comentarios:

Publicar un comentario